Mauricio Marcin - La destreza de un pintor consiste en saber pintar el aire
JULY 23 - OCTOBER 30, 2020
La destreza de un pintor
consiste en saber pintar
el aire.
Se comienza con nada. De un lado de la mesa hay dos labios –perfectos como todos los labios del universo– y del otro lado hay dos ojos. Entre ellos una (insana) distancia.
Esa distancia es un día y tiene la imagen de un rayo hiriendo a una torre.
Me apuro en preparar el ánimo y glosar aquellas obras pendientes deseoso de que estas enunciaciones expandan su campo de recepción.
Las pinturas dicen con pocas palabras.
Las palabras sirven como metales pesados. Las he pintado montado en un caballo blanco y las he pintado en un caballo negro parecido a un dragón. He vivido como he pintado: mal. He pintado muriendo, o lo que es lo mismo: este epílogo es exordio.
Tiendo a desdeñar a la pintura y a recurrir a ella para materializar la imaginación.1
Hay tanta maravilla en el mundo que me es difícil añadir. Y al tiempo hay tanto horror que si se le contempla mediante un espíritu transparente es difícil no quedar petrificado como si del canto de las sirenas se tratase. Horror y belleza vibran en tensión y crean mundo.
Tengo para mí que estas imágenes pretenden la construcción colectiva de cariño. Más que nunca creo que hay que tratarnos con cariño y con cuidado. Estas humildes pinturas que entrego dicen en colores lo que aquí en signos enlisto y que he meditado (colectivamente) durante el fin del tiempo:
* A la noche la sucede la luz.
* De una fuente llena de vida brotan los dolores y todos los dolores ya se van.
* Existencia es insistencia.
* Contemplación, acción, contemplación
* Primavera (Florecer) Verano (Lloro) Otoño (Mermeladas) Invierno (Descanso)
Las pinturas –en ese afán, casi siempre infructuoso, que me inclina a destrozar las categorías– son conjuros. Son mi forma de hacer rituales de protección: orégano y limones debajo de la cama.
Cada uno de los conjuros intenta rescatar la visión de lo divino, extirpada de nuestras conciencias por la perspectiva antropocéntrica que nos hace pensar la existencia como un movimiento binario de producción y consumo. Bajo ese limitadísimo paradigma los seres que pueblan el universo no son sino recursos naturales explotables y extraíbles; las estrellas masa incandescente en vez de sortilegios y amuletos. El mundo mensoprecia la magia.
Como medio, sirvo a los espíritus iluminados, y soy un icástico plagiario que varía levemente los signos para actualizarlos y vigorizarlos. He querido, como un homenaje Kacero, pintar el aire. He pensado en incorporar a las obras luces multicolores que arrrojan sus vibraciones al espectro perceptual. Esa es la tierra de juego que pretenden.
He escrito: La destreza de un pintor, etcétera...
Pero, ¿quién requiere destreza en estos días? ¿Quién ha deseado escribir al calce de un buen graffiti que nuestros mundos precisan amor?
Si algo intentan reclamar estos cuerpos (miren su cruda trama y urdimbre) es una vindicación de la conciencia material: nuestros cuerpos (intrincadas faunas) son la reunión asombrosa, milagrosa, de millardos de seres. No somos sino una hermosa coincidencia y semos (cada subjetividad) pura pluralidad. Vámonos de fiesta. ¡Vayámonos de fiesta! ¡Ya!
MM
MMXX
Díptico
Chancla
Duchamp
Vientre cúrcuma
Florero rosa
Piernas
Ojos
Vientre verde
Cuerpo azul amarillo