KRISTI KONGI - THE PAST, THE PRESENT, THE FUTURE. IT IS LIKE INDIGO, LILAC, AND MAGENTA
NOVEMBER 2023 - JANUARY 2024
What came first? The name or the fruit? - Derek Jarman, Chroma: A Book Of Colour
Pure color talks, it has a language of its own that naturally communicates visions and leaves lasting impressions. From a physics standpoint, it is a visual perception within the electromagnetic spectrum. It is not an inherent property of matter, yet, for most humans, color becomes inexorably linked to objects, emotions, nationalities, activities, and places. For Kristi Kongi color transcends mere aesthetics— it is her primary medium of artistic expression. Serving as a journalistic device to document her everyday life and keep track of the incessant rhythm of the passing of time and a means to comprehend the fascinating boundlessness of light.
Kongi has used painting to create a vibrant oasis within the gallery walls —a space nestled deep in the urban belly where visitors can pause for a therapeutic color bath. Throughout the work, the sky, as an allegory, is woven across many of the canvases. Taking center stage as the main color of Kongi’s palette, thus becoming a symbol of unbounded movement. This celestial hue embodies the atmosphere containing, nurturing, transporting and filtering the gasses and waves that describe our world. In her artistic realm, this communal celestial sphere represents a democratic space, transcending the traditional notion of heaven and its promise of paradise.
Intriguing parallelisms emerge between Léon Spilliaert’s evocative atmospheres and Kongi’s painting, despite their chromatic disparities, both artists deploy shape and color — in the form everyday objects, plants, fragments of ghoulish bodies — to articulate distinct states of mind that evoke deeply subjective and expressive atmospheres that resonate with viewers.
A painter with a fully developed sense of spatiality, Kongi skilfully extends paint beyond the canvas, transforming rooms into immersive installations. Stepping into these atmospheres, one is immediately overwhelmed with an array of sensations produced by the combination of two physical phenomena: shape and electromagnetic wavelengths (light in the form of color). This approach, reminiscent of Miriam Cahn’s use of brush and color to communicate emotions, navigates an unconventional use of paint and dimension as powerful tools to document life and elicit profound emotional responses.
Kristi Kongi’s installations tell of the peaceful journey of particles crossing space, oblivious to borders, inevitably inciting us to contemplate the state of the world around us. Each painting serves as a self-portrait, and every title becomes an opportunity to write a poem.
Yes Escobar
The Past, the Present, the Future. It is like Indigo, Lilac, and Magenta. Kristi Kongi
¿Qué fue primero? ¿El nombre o la fruta? - Derek Jarman, Chroma: A Book Of Colour
El color puro habla, tiene un lenguaje propio que naturalmente comunica visiones y deja impresiones duraderas. En la rama de la física se entiende como una percepción visual dentro del espectro electromagnético. No es una propiedad inherente de la materia; sin embargo, para la mayoría de los seres humanos, está inexorablemente vinculado a objetos, emociones, nacionalidades, actividades y lugares. El color para Kristi Kongi trasciende la estética, es el medio primario de su expresión artística. Sirve como una dispositivo periodístico que atestigua el quehacer de su vida cotidiana, una forma de registrar el incesante ritmo del paso del tiempo, y cómo medio para comprender su fascinación por el carácter ilimitado de la luz.
Kongi ha utilizado la pintura para construir un vibrante oasis dentro de la galería, un espacio anidado en lo más profundo del vientre urbano dónde los visitantes pueden parar a tomar un baño terapéutico de color. El cielo, como una alegoría entretejida entre lienzos, toma el papel protagónico de la paleta en esta muestra. Es un símbolo que representa la posibilidad de movimiento sin fronteras. Ese tono celestial encarna la atmósfera que nos contiene, nutre, transporta y filtra los gases y las ondas que describen nuestro mundo. Desde esta perspectiva artística, el firmamento es comunal, un espacio democrático que trasciende la noción tradicional del cielo y su promesa del paraíso.
Paralelismos interesantes surgen entre las lúgubres y evocadoras atmósferas de Léon Spilliaert y la pintura de Kongi. A pesar de sus disparidades cromáticas, ambos artistas despliegan la forma y el color (en forma de objetos cotidianos, plantas y fragmentos de cuerpos macabros) para articular estados de ánimo distintivos que reviven atmósferas profundamente subjetivas y resuenan en la intimidad del espectador.
Kongi es una pintora con un desarrollado sentido de la espacialidad que hábilmente extiende la pintura más allá del lienzo. Ella transforma “cubos blancos” en instalaciones envolventes. Al adentrarnos en alguna de sus atmósferas, una no puede evitar sentir un sobrecogimiento de sensaciones producidas por la combinación de dos fenómenos físicos: la forma y las longitudes de onda electromagnéticas (la luz con forma de color). Este enfoque, que recuerda al uso que Miriam Cahn hace del pincel y el color para plasmar emociones y estados contemplativos, navega por pintura y dimensión de formas poco convencionales y las utiliza como poderosas herramientas para documentar la vida de formas que provocan profundas respuestas emocionales.
Sus instalaciones nos cuentan sobre el apacible viaje que toman las partículas al cruzar el espacio, ajenas a cualquier frontera. Invitándonos inevitablemente a contemplar el estado en el que se encuentra el mundo que nos rodea. Aquí, cada pintura es un autorretrato y cada título la oportunidad de escribir un poema.
Yes Escobar